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¡Toma Consciencia!

¡Toma Consciencia!

Las buenas intenciones en la vida no son suficientes. Las intenciones tienden a producir satisfacción, bienestar, autoestima y otros estímulos que nos hacen sentir bien; sin embargo, si no se expresan mediante acciones apropiadas, la intención puede afectar negativamente. A veces, decir “lo que vale es la intención” no es suficiente. Tener la voluntad de ayudar a alguien puede causar problema.

¿Te has preguntado si el otro necesitaba tu ayuda?

Supongamos que tienes la intención de ayudar al medio ambiente, y la deforestación es un tema clave en tu ciudad; un día decides involucrar a tu familia, comprar algunos árboles y plantarlos en un parque. Años más tarde, tus árboles no han sido de ayuda para el ecosistema, crearon inundaciones y una enorme erosión de cárcava en la superficie de la tierra, lo que afectó la deforestación del parque.

¿Fue buena la intención? Era muy buena, intentabas mejorar el medio ambiente y tal vez ayudar a tu familia a desarrollar conciencia ambiental, desencadenaste acciones que movieron también la voluntad de tu familia, tal vez para algunas personas, incluso fue inspirador. ¿Fue bueno el impacto? Lamentablemente no.

Un niño nace y recibe todo, amor, comida, protección, buena educación y ayuda cuando es necesario. Digamos que de “forma natural”, cuando el niño pide ayuda, su madre se la da. Después de muchos años, el ahora, joven, ha desarrollado un patrón inconsciente, pide ayuda y las cosas se resuelven. ¿La mamá tenía buenas intenciones al criar al niño? Por supuesto. ¿Fue bueno el impacto? Bueno, ella creó una persona dependiente incapaz de resolver sus propios problemas.

Digamos que alguien nos ha dicho que es malo ayudar a nuestro hijo cuando lo necesitan y hemos decidido no ayudarlo en todas las situaciones. ¿Qué podría pasar si el niño se caen a la piscina y no sabe nadar? El impacto de nuestro comportamiento pasivo puede poner en peligro la vida de nuestro ser querido.

Las buenas intenciones a menudo se confunden con logros, “después de todo, lo más importante es la idea que se tenga”. Desarrollar el hábito de la acción puede ser difícil al principio, pero cuanto más lo practicas, más fácil se vuelve.

El tener la intención de hacer algo bien, no significa que lo podamos hacer bien de forma automática. Todo estudiante tiene la intención de salir bien en sus estudios, pero solo lo logran los que hacen lo correcto: estudiar. Y no estudiar por estudiar, sino estudiar de forma apropiada. Siempre se puede “estudiar mal”, “trabajar mal”, “luchar mal”, “esforzarse mal”, “enojarse mal”, “amar mal”…

Nuestros valores, temperamento, personalidad, formas de pensar, creencias, la forma en que hemos sido educados por nuestros padres, o simplemente la situación en la que nos encontramos, nos hacen comportarnos de cierta manera. Este comportamiento no puede describirse como bueno o malo hasta que podamos medir el impacto de nuestros actos. Necesitamos medir si ese comportamiento ha mejorado el resultado de nuestras acciones o no.

Entonces, si podemos medir el impacto de nuestro propio comportamiento, ¿por qué se vuelve tan difícil cambiar el comportamiento? ¿Por qué seguimos comportándonos de la misma manera si sabemos que el resultado se verá negativamente afectado? La respuesta es simple, porque la mayoría de las veces no somos conscientes de nosotros mismos. Es más fácil memorizar qué conductas que están relacionadas con nuestras creencias, y también, es más fácil comportarse de la manera en que la sociedad quiere que nos comportemos. Desarrollar la autoconciencia requiere mucho coraje, disciplina y, por supuesto, la voluntad de mejorarse a sí mismo.

La autoconciencia puede ser difícil de alcanzar. Hay personas que a menudo dicen: Me conozco muy bien. A veces es cierto, a veces puede ser difícil de creer, porque si se conocen muy bien, ¿por qué siguen cometiendo los mismos errores? La autoconciencia requiere objetividad y la objetividad requiere congelar tus emociones, tus sentimientos, tu imaginación y simplemente ejercitar la descripción de los hechos para describir la verdad acerca de algo. La autoconciencia no es sabiduría; es una habilidad desarrollada que puede perderse si no se ejerce. Cuanto mejor nos conozcamos, más fácil será entender esto.

La autoconciencia puede llevarnos a convertirnos en expertos de nuestro impacto. Si somos conscientes de sí mismos y entendemos la intención real, la verdadera fuerza motivadora, podemos usar la conducta apropiada para el comportamiento y el impacto en otros tenderá a ser más efectivo.

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